lunes, 23 de abril de 2018


CAMINANDO POR EL LÍMITE DE LA CIENCIA FICCIÓN
Mónica Marchesky

MR. ROBOT es una serie de televisión estadounidense, creada por Sam Esmail: guionista, director y productor televisivo. ​ Sin dudas es a nuestro entender, uno de los mejores guiones escritos de los últimos tiempos.  Se estrenó el 24 de junio de 2015.
Ha recibido el Premio Globo de Oro a la mejor serie.
¿Se podría decir que Mr. Robot es ciencia ficción? El universo tecnológico donde se desarrolla la historia, bien puede ser en un presente. Tenemos un ejemplo en Snowden que es una película biográfica, estrenada el 15 de setiembre de 2016 basada en un caso real, dirigida por Oliver Stone y escrita por Stone y Kieran Fitzgerald. Trata de Edward Snowden, un profesional de la informática estadounidense, que filtró información clasificada de la Agencia de Seguridad Nacional (NSA) a los principales medios de comunicación a partir de junio de 2013.
Entonces nos enteramos que estas cosas sí pueden suceder en nuestro universo presente real. Que existen hackers que tienen sus códigos para comunicarse: sombreros de colores, blanco, gris y negro, dependiendo de la calidad y transparencia del trabajo. Algunos ven a los protagonistas de Mr. Robot, como hackers de sombrero gris, porque si bien utilizan sus conocimientos para salvar al mundo, lo hacen de manera totalmente ilegal. Hay todo un mundo detrás de las grandes empresas de comunicación o de insumos tecnológicos. La seguridad informática es una meta que muchas veces no se logra o se logra a medias. Con un protocolo de seguridad encriptado, contraseñas seguras y un sistema de respaldo remoto, se podría alcanzar niveles estándares de seguridad. La protección de datos que antes eran (confidenciales), lleva a las empresas a protegerse de piratas informáticos, a mover continuamente los datos y transferirlos a distintas bases. Nos enteramos que nuestros datos “colgados” inocentemente en la red pueden llegar a lugares inimaginables. La vulnerabilidad de la red Internet es algo que nos hace pensar dos veces antes de involucrarnos.
Un ejemplo de este sentimiento lo vemos en el diálogo de Elliot con la sicóloga: “Sociedad de mierda”:
-¿Qué es lo que tanto te decepciona de la sociedad? –le pregunta la sicóloga.
            -Oh, no lo sé…es porque todos pensamos que Steve Jobs era un gran hombre, a pesar de que sabemos que hizo miles de millones a costa de niños…o puede que sea porque todos nuestros héroes son un fraude. El mundo en sí mismo es una gran mentira. Nos boicoteamos unos a otros con nuestros comentarios de mierda, disfrazándonos con perspicacia. Nuestra red social finge ser algo íntimo. No es que votamos por eso, no con nuestras elecciones fraudulentas, sino con nuestras cosas, nuestras pertenencias, nuestro dinero, no digo nada nuevo, todos sabemos por qué hacemos lo que hacemos. No porque “Los juegos del hambre” nos hagan felices, sino porque queremos estar sedados, porque resulta dudoso no fingir, ¡porque somos cobardes! ¡Sociedad de mierda!
Luego de esto nos enteramos que ese parlamento en realidad es lo que piensa y no lo que dice, en realidad no dice nada, se dice a sí mismo.
El guión de Mr. Robot, nos presenta a personajes que bien pueden ser nuestros vecinos. Elliot Alderson, ingeniero, trabaja en una empresa de seguridad informática. Tiene todas las herramientas necesarias para hacer de su trabajo una causa de buena voluntad. En principio trata de “proteger” a las personas con las cuales simpatiza; pero en determinado momento se cruza en su camino un grupo de hackers que tienen la idea de cambiar el mundo, que quieren destruir a los empresarios de multinacionales que están de alguna forma dominando la voluntad de las personas. Muy idealista, pero muy real. Vemos también la temática de la generación millenials, donde la tecnología para ellos es cosa de todos los días, manejan una terminología asociada a los medios sociales con una naturalidad que nos sorprende. La incredulidad y la no aceptación de los regímenes políticos son parte de su descreimiento hacia la sociedad. Y están seguros de que el mundo cambia de aquí a cinco años, motivo por el cual un puesto en una empresa es un valor agregado hoy, pero puede ser cambiado por otro mañana. Esto lo vemos en el díalogo que mantiene el personaje que representa la estadounidense Portia Doubleday: Angela Moss. Enigmática, ambiciosa, en un papel donde presenta a la mujer dentro de las grandes empresas, con Shayla:
            -¿No estás preocupada? –pregunta Angela a Shayla.
- ¿Preocupada por qué?
-No lo sé. Siempre me preocupo antes de comenzar un nuevo trabajo.
-No. Definitivamente no estoy preocupada. La preocupación es una pérdida de tiempo. Quiero decir, la mierda no funcionó en un trabajo, así que conseguí otro. ¡Eso es todo! Te preocupas mucho, ¿verdad?
-Sí –contesta Angela.
El fin justifica los medios en gran medida y es eso lo que vemos por ejemplo en el personaje que interpreta el sueco Martin Wallström: Tyrell Wellick. Un personaje ambicioso dentro de la Corporación; capaz de matar para conseguir un puesto ejecutivo.
(…) Hice algo tremendo con algo tan simple. Los primeros 10 segundos fueron incómodos, como si estuviera en el limbo, pero después tus músculos se tensan, y ella se retuerce y pelea, pero esa casi llega a desaparecer junto con todo lo demás en el mundo. En ese momento solo estás tú y.… el poder absoluto, nada más. Ese momento está dentro de mí.
La personalidad de Elliot es una de las atracciones de la trama: paranoico, drogadicto, adicto a la morfina, eso hace que se aísle de la sociedad y se vaya metiendo de a poco en un submundo que le va a ser muy difícil salir. Una cosa lleva a la otra y aquella visión del personaje, inteligente, y en parte protector de su entorno, se vuelve cada mes más oscura y caótica. Vemos la caída y deterioro del personaje (héroe) hacia una red de drogas, prostitución y tráfico de todo tipo. En cuanto a los personajes secundarios son movibles, tienen vida, modifican su comportamiento, a veces los vemos en situaciones de mejoría y deterioro a la vez. Son contradictorios, deben tomar decisiones precisas para poder sobrevivir en un mundo estratégico y cruel. Llegan muchas veces a un límite sin escapatoria, en definitiva, son personajes vivos.
Como espectadores, queremos Elliot se recupere, que salga de ese mundo, que vuelva a tener una vida, nos cae simpático a pesar de tener un gesto inexpresivo. Nos metemos en esa cabeza paranoica y salimos una cantidad de veces. En un momento quiere tener un perro, y decimos, caramba que bueno, que gesto, ahora parece que se está volviendo humano, pero en otra instancia vemos que el perrito desaparece, sin pena ni gloria y volvemos a tener un sentimiento de lástima hacia el personaje. Esos altibajos, solo los buenos guiones nos pueden hacer sentir.
En cuanto al tiempo narrativo y el tiempo interno es como un juego. En determinado momento estamos viviendo en la cabeza del personaje su pensamiento como si fuera realidad. Nos acordamos del manejo del tiempo de Ambrose Bierce por ejemplo en el cuento “El incidente del puente del búho” donde realidad y pensamiento se mezclan. A veces no sabemos si lo que estamos viendo es la realidad, son producto de la droga, o es la cabeza del personaje que en su esquizofrenia “rearma” su propia identidad. Un personaje bien delineado, que en la piel de Rami Malek, estadounidense, de origen griego, cobra vida, sufre, descubre, confía, ama, traiciona, recuerda y vive inmerso en su mundo burbuja.
En cuanto al universo que se mueve el personaje, nos preguntamos alguna vez ¿Por qué hay una chica musulmana en la historia? Entonces vamos a la biografía de Sam Esmail y nos damos cuenta que hay muchos puntos de contacto entre el guión y su realidad de escritor en el mundo. Mientras estudiaba, tuvo contacto con el mundo informático y es de familia egipcia y musulmana, de Nueva Jersey. Entonces ese universo ahora nos cierra. Nos cierra además la visión de personajes secundarios marginados, escindidos, que forman parte de una gran minoría.
Entonces, ¿encontramos algo de ciencia ficción en Mr. Robot?, sí encontramos la temática post-ciberpunk. Los personajes se mueven en submundos, muchas veces desagradables y problemáticos, oscuros, sin moral, ilegales y patéticos. La desesperanza es en parte una mirada al futuro, a lo que vendrá. ¿Existirá el amor? ¿Cómo serán las relaciones familiares? ¿Cuánto hay que arriesgarse para conservar un amigo? Existe el tráfico informático. Pero a su vez tienen sus buenas vidas, sus necesidades básicas están colmadas, una característica del post-ciberpunk. Y si bien es una historia proyectiva, transcurre en un futuro cercano. Con referencias y “guiños” como éste, aparentemente inocente grafiti en la pared que hace referencia a 1984 de George Orwel.



Todo este mundo informático, de hackers, de corporaciones y personajes comprometidos socialmente, donde se mueven dentro de Tor (The Onion Router), un tipo de Red Oscura, tiene el broche de oro con la música de la serie a cargo de Frederick MacDonald Quayle más conocido como Mac Quayle. Ganador del Emmy y nominado al Grammy. Actualmente está componiendo la música de "American Horror Story: Cult".
Cuando la música de una serie “se oye” por encima de un buen guion, es algo para tener en cuenta.

Mónica Marchesky
Publicado en revista Teoría Omicrón (Ecuador)



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